De
pronto, el aire
se
abatió, encendido,
cayó
como una espada
sobre
la tierra. ¡Oh, sí,
recuerdo
los clamores!
Entre
el humo y la sangre,
miré
los muros
de
la patria mía,
como
ciego miré
por
todas partes,
buscando
un pecho,
una
palabra, algo,
donde
esconder el llanto.
Y
encontré sólo muerte, ruina y muerte
bajo
el cielo vacío.
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